Dos caras, por Valentina Vidal

 

Hannah llevaba casada 5 maravillosos años con John, el amor de su vida, juntos tenían a su pequeño hijo Peter, de 10 años. Peter estaba de cumpleaños ese día. Viajaban camino a Washington a ver a los abuelos paternos de Peter quien lo había pedido de regalo por su cumpleaños.

Todo se veía perfecto, los tres por la carretera Pacific Coast Highway,  felices jugando mientras veían el hermoso paisaje del mar, de pronto Peter empieza a lloriquear y a molestar pidiendo la pelota  de beisbol que cayó bajo el asiento del conductor, regalo que John le dio autografiado por su jugador favorito.

En un acto desesperado por los lloriqueos de Peter (tal vez por el cansancio que llevaba John con un viaje de 7 horas) decide aventurarse en la búsqueda de la pelota bajo su asiento, sabía que debía hacer  un movimiento rápido y preciso. No hace más que quitar  la vista de la carretera por un segundo y todo se vuelve giros, gritos y golpes.

Hannah al intentar despertar escucha sirenas, gente hablando y de fondo, el constante sonido del mar. El instinto materno obliga a Hannah a buscar su pequeño Peter, quien no se encontraba, al ver hacia el asiento del piloto encuentra a John inconsciente, lleno de rasguños y ciertas partes del cuerpo quebradas. Desesperada se desmaya mientras gritaba pidiendo ayuda.

Movimientos  bruscos y repetitivos la despiertan, iba en la ambulancia, se arranca de golpe la mascarilla de oxígeno mientras gritaba el nombre de su hijo y su esposo, solo recibe un calmante en el suero que llevaba conectado en su brazo derecho. No vuelve a saber de ella y de nadie más. Despierta aturdida por los medicamentos, en una sala blanca y fría, una enfermera le pregunta su nombre, si recuerda el día que es y varias cosas de rutina. Le duele el golpe en la cabeza, éste fue crudo y fuerte contra la ventana, intenta conectar imágenes que se le vienen a la mente cuando logra hilar una secuencia, recuerda nuevamente a Peter con una extraña sensación hacia él, no sabe identificar si es enojo, miedo o tristeza. Luego entra en desesperación pues recuerda las graves heridas de John. Entra el doctor con una expresión que claramente dejaba ver que algo no andaba bien, se sienta de golpe y grita “¿¡Doctor, que sucede con mi hijo y mi esposo!?”.  El Doctor,  cabizbajo, solo llenaba formularios, mientras tragaba saliva, tal vez angustiado por la mala noticia que debía entregar, respira hondo, levanta la cabeza y la mira fríamente a los ojos diciendo “Hannah tu hijo, solo tiene algunos rasguños , se encuentra en la sala de recuperación, pero John, John en cambio sufrió lo peor del accidente, él lamentablemente no sobrevivió…”.

Hannah no es capaz de escuchar ni razonar. Después de eso, sólo escucha lejanas voces de doctores y enfermeras que corren a inyectarle algo nuevamente, ese sentimiento que aún no identificaba por Peter crece y se siente aún más fuerte. Desde ese entonces, en adelante Hannah vivía sin existir en este mundo, la salida del hospital tanto de ella como la de Peter, el funeral, pasaron como si fuera una película, solo respiraba porque era algo innato. Fue tanto el dolor que provocó la pérdida de su esposo, que tuvieron que internarla, pues no comía ni dormía, no se preocupaba de Peter y solo quería beber para olvidar.

 Pasaron meses antes de que Hannah pudiese regresar a la realidad y encantarse nuevamente, poco a poco de la vida. Con constantes terapias y medicamentos logró recuperar la custodia y el cuidado de su hijo, que hasta entonces estaba con su abuela. Decidió cambiarse de ciudad, cerca de su madre, para no sentirse tan sola. Aun estando con Peter, ese sentimiento de soledad no lo llenaba con nada más que el recuerdo de su amado John. Su madre preocupada por su salud mental, insiste en que vivieran en la misma casa que ella, pero Hannah no quiere, necesita su espacio para volver a sentir el control de su vida.

La Madre, preocupada de que Hannah no estuviera diciendo la verdad, respecto a cómo se sentía, la convence de instalar un sistema de cámaras de seguridad, para poder verla en caso de que entrara en crisis. Hannah para dejar más tranquila a su madre acepta.

7 meses después Hannah va recuperando su vida lentamente, olvidando por completo la existencia de las cámaras y  conectando con su hijo cada vez más. Su día a día pasa de llevar a su hijo a clases, Karate, piscina y terapias, ya que Peter aun no superaba la muerte de su padre, es más, extrañamente ha estado sufriendo pequeños accidentes como caerse del columpio, resbalarse de la escalera de su casa y moretones repentinos debido a lo descuidado que ha sido en prestar atención al hacer las cosas.

Al despertar, Hannah decide prepararle un rico desayuno a su hijo, al llegar a su cuarto lo despierta acariciando su cabello, y le dice a Peter “hoy comenzaremos una nueva etapa juntos”, el niño la mira fijamente y sin moverse, Hannah cierra la puerta y se dirige a la cocina para preparar el desayuno. Al bajar siente un fuerte olor a gasolina proveniente de la cocina, desesperada llega ahí y ve que todo el cuarto se va quemando en un abrir y cerrar de ojos, sin saber qué hacer, corre a intentar apagar el fuego pero esto es imposible ya que se descontrola rápidamente. Intenta salvar a su pequeño hijo Peter. Corriendo sube las escaleras, desesperada toma a Peter pero ya es muy tarde, las escaleras están en llamas, la única opción visible es saltar por la ventana.

Sin pensarlo, mientras el fuego abrasaba por completo la casa, y entre sirenas de bomberos y gritos de los vecinos, saltan hacia los arbustos. Los rescatistas la auxilian mientras grita desesperada que ayuden a su hijo el cual ya no tenía en los brazos. La suben a una ambulancia desconectándola de toda la escena del incendio.

El reloj marca las 14:00, cuando ingresa a la sala del hospital el detective Paul, el cual de forma muy insidiosa y provocativa  empieza a consultar por  Peter y los hechos sucedidos, cuestiona la versión que entregaba Hannah, quien, casi ofendida por el tono de voz usado por el detective,  asegura sin titubear que Peter salto con ella por la ventana y que los rescatistas lo encontraron, atendieron y que debe estar en alguna sala del mismo hospital en el que ella está, pero nadie le ha entregado información respecto a la salud de su hijo.

El detective Paul intrigado por las palabras de Hannah decide preguntarle si su versión podría ser respaldada por alguna evidencia, a lo que Hannah le dice que en su casa hay cámaras de seguridad. Al llegar a la casa el detective Paul se percata de que todo el hogar ardió en llamas y las cámaras están destruidas. Gracias a su vasta experiencia acude a la central de la compañía de seguridad. Al ver las imágenes queda claro que solo Hannah salta por la ventana. Pero, ¿Qué sucedió entonces con el pequeño Peter? Los hechos que ve al revisar los registros anteriores son impactantes. Un día antes del incendio, cuando el reloj marcaba las 03:00 a.m. Se logra ver como Hannah, con una vista casi demoniaca, entra al dormitorio de Peter y sin más que sus propias manos, golpea en el rostro hasta el cansancio a Peter. Durante más de media hora Hannah tortura al pequeño. Más impactante aun es el hecho de que, como si nada pasase, toma una ducha y se va a la cama luego de tal macabro suceso. El día del incendio es la propia Hannah, que aun cegada por su locura, rocía con bencina y prende fuego a su propio hijo. Al verse atrapada por el incendio salta por la ventana dejando atrás la escena del crimen.

Al llegar al hospital, el detective encuentra durmiendo a Hannah, a los pies de su cama se encuentra el expediente médico de ella. Al leerlo inicialmente ve todo normal, un par de fracturas por la caída y quemaduras múltiples por el incendio, pero al fondo de esta carpeta, se encuentra con otra información, la cual le hace comprender todo lo sucedido. Debido a la triste perdida de su esposo, Hannah desarrollo un trastorno de personalidad múltiple, quedando en ella rasgos agresivos y psicópatas, los cuales trataron de mitigar con medicamentos pero claramente estos no lo lograron, siendo Peter, la victima de toda su locura.

Cuando el detective le comenta toda esta información a Hannah, fue como si una película hubiera pasado por su mente en cosa de segundos, recordando cada una de las cosas que hizo. Un grito tan aterrador como ensordecedor se escuchó en la sala de atención médica, Hannah no podía creerlo, enojada y furiosa ataca al detective, obligando al personal médico a sedarla y amarrarla.

Lamentablemente Hannah pasó sus últimos días en un manicomio. Sus compañeros la llaman Hannah dos caras, por momentos es una mujer dulce y amable, pero cuando logran hacerla enfadar, nadie quiere estar cerca cuando esto sucede.

FIN


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