Those Eyes, por Angelina Hinostroza

Era una mañana tranquila para Alba, camino a su trabajo como un día cualquiera. No sabía lo que le pasaría en los siguientes minutos.

Alba confundida escucha algunos ruidos extraños en una esquina del callejón.

-deben ser ratas. No te asustes Alba el ya no está aquí. Se dijo a sí misma.

Ya era muy tarde cuando una persona se abalanzó hacia ella, Alba estaba en shock no podía creer que, en su vida, esta situación hubiera ocurrido dos veces.

-no, NO, lucha, muévete, corre, resiste. No dejaré que este bastardo me toque.

En su mente todas estas palabras resbalaban, hasta que su cuerpo pudo reaccionar, golpeó, mordió, hizo todo lo que pudo para tratar de salir de esa situación. No le importaba si se hacía daño, seguiría luchando. Unos minutos después.

-Para, para,¡¡PARA!!, vi tu rostro, puedes intentar, pero ya sé quién eres, maldito. Estas palabras fueron la salvación de Alba puesto que el sujeto se dio al escape.

Alba, con graves heridas, trató de pararse pero su cuerpo estaba muy cansado para seguir luchando, para cuando se había dado cuenta estaba inconsciente.

Afortunadamente alguien escuchó ruidos y fue a ver por curiosidad, al encontrar a esa pobre chica tirada en el suelo, maltratada... Llamó a emergencias, cuando llegó la ambulancia el personal paramédico,  al ver a Alba, supo exactamente la situación en la que se encontraba.

Alba despertó en una camilla del hospital, muy confundida y asustada.

-hola, Alba. Hablo un chico, que por alguna razón le inspiraba confianza.

-¿quién eres?, ¿qué me pasó? No, no. Exclamó la chica un tanto alterada,

-tranquila soy el abogado William Bruces, entiendo si mi presencia no te acomoda.

-No, tranquilo, está bien. Interrumpió la chica.

-estoy aquí para ayudarte. Dijo con confianza aquel caballero. La policía te quiere hacer algunas preguntas, si no te sientes cómoda por favor solo llámame.

Alba, un poco más cómoda, contestó las preguntas de los oficiales, para después seguir hablando con el que ahora sería su abogado.

El señor Williams era un abogado que se especializaba en casos de vulneración a la mujer, no era la primera vez que veía un caso de violación, pero este le daba impotencia, por alguna razón sentía que tenía que proteger a esa pobre chica.

-¿hay alguna característica que recuerdes del sujeto? Pregunto William

-no, creo que….sus ojos, eran azules, muy azules. Dijo confundida Alba

-ok, has hecho un muy buen progreso por hoy, descansa. Dijo este levantándose de su asiento.

-buenas noches. Dijo temerosa Alba.

En las próximas semanas el señor William trabajaría arduamente para pillar al culpable, sin embargo habían algunos patrones que no coincidían. En un caso normal, la abusada habría mostrado rechazo a cualquier hombre, pero Alba parecía un poco más cómoda de lo normal, este hecho confundía a William, por lo cual decidió hacerle una pequeña visita a Alba.

-¿hola? Balbuceo Alba confundida.

-hola, señorita Alba. Saludó con ese carácter tan confiado. Me gustaría hacerle algunas preguntas con respecto al caso.

-mmm, supongo que está bien.

-mire señorita, me gusta ser lo más sincero posible con mis clientes y sobre todo con los casos así de delicados. Así que iré directo al grano. En una situación así las personas afectadas tienen cierto rechazo por el género que las vulneró pero usted no parecía tan alterada.

Una melancólica sonrisa se formó en la cara de Alba, pero se borró cuando se preguntó algo.

-¿William, qué yo sepa eso no es relevante para el caso?

Un tanto desconcertado, William contestó:

-veras no estoy aquí como tu abogado, estoy aquí como un amigo, y sé que es una forma repentina de pedir amistad, pero a pesar del caso pienso que podríamos llevarnos mejor y tener una relación cercana.

Estas palabras retumbaron en la cabeza de Alba, ¿amigo? Hace bastante no la llamaban así, pero por alguna razón él le inspiraba confianza

-supongo que la segunda vez que algo así te sucede aprendes ciertas cosas.

- ¿segunda vez? Preguntó preocupado William.

- eh, si, creo que no había comentado ese detalle. Dijo un tanto tímida Alba.

- lo lamento, no tenemos que hablar de esto si no te sientes cómoda. Dijo con ese tono confiado.

-no, no se preocupe, ya lo superé. Verá, yo no tenía una familia formidable, al contrario, crecí huérfana. Usted se imaginará que la vida a tan corta edad no es para nada fácil y yo no fui la excepción. Había un profesor, de matemáticas específicamente, el me hizo creer que podía confiar en él y cuando no me di cuenta me hirió de la peor forma posible.

-tranquila. Dijo William tratando de dar aliento a esa mujer, la cual, para la sorpresa de William, no había mostrado ninguna emoción al contar un hecho así de terrible.

-no se preocupe William, esto lo superé años atrás. No crea que le estoy contando esto para que sienta pena o algo parecido, es solo para que pueda encontrar al bastardo más rápido y no haga más daño.

-no te arrepentirás de confiar en mí. Dijo William.

Este fue el caso que más tiempo le llevó a William. La única característica del sujeto que se conocía eran sus ojos. Teniendo en cuenta que la mitad de la población en california podría tener los ojos de este similar color, no es de mucha ayuda.

No había razón de venganza para cometer algún crimen de tal magnitud. Alba, siendo una estudiante en su segundo año de la carrera de derecho, no tenía mucho tiempo para socializar. La mayoría del tiempo los violadores son cercanos a la víctima.

Esto confundía y frustraba a los policías a cargo, porque no encontraban al culpable, William no era la excepción, pero este decidió que podía intentar hacer algo más. No sabía si seguir a Alba para saber si le estaba ocultando algo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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